martes, 18 de enero de 2011

Terruño en estado puro




Entrados ya en el nuevo año, nos juntamos para celebrarlo como más nos gusta, sentados en una mesa y disfrutar de buenos vinos y de una deliciosa comida, un binomio, vino y comida, perfecto, que no lo sería tanto sin una excelente compañía con quien compartir dichos placeres.

Cuatro vinos fueron los escogidos, y una serie de delicatessen acompañaron a cada uno de ellos de forma espectacular.
Empezamos a abrir boca con unas burbujas alemanas, un Sekt de Barzen, pero esta vez no de Riesling sino de Pinot Noir, Spätburgunder Rosé Sekt Brut 2009, un rosado delicioso, elegante y cautivador, refrescante forma de dar la bienvenida a éste 2011 recién llegado.


Ya sentados en la mesa, seguimos con un blanco de la Borgoña (Mâcon), Domaine Guffens-Heynen Pouilly-Fuissé "La Roche" 2004. Decantado una hora antes, nos muestra inicialmente aromas a humedad y sotobosque, le cuesta mostrar su cartas. Seguimos moviendo la copa y van apareciendo nuevos matices: amielados, frutos secos, fondos tostados y vainillas. Todos estos aromas muy de fondo, ya que todavía persiste, y de que manera, éste aroma a sotobosque que no deja entrever mucha cosa más. La verdad es que la nariz de éste blanco me ha dejado un poco desencajado. En boca se deja notar más su paso por barrica, acidez bastante presente, final largo con toques minerales. No me ha terminado de convencer éste Chardonnay, una nariz algo descompensada y una boca algo falta de todo, esperaba mucho más, y más después de haber probado otros vinos de la misma zona que me dieron unas sensaciones completamente distintas y porsupuesto más afines a mis papilas.
Pasamos a un vino de las antípodas, desconocía por completo la existencia de ésta bodega, había oído hablar maravillas de la Shiraz australiana en general, pero sobre todo la de la zona de Barossa Valley y McLaren Valley (sud de Australia) en particular.
David Powell es el propietario y enólogo de la bodega Torbreck Vintners, fundada en 1994, empezó a cosechar éxitos bastante temprano gracias a la compra de viñedo muy viejo, de donde obtuvo uvas de la mayor calidad de la región, a ello se le suma el trabajo con bajos rendimientos y una "obsesión" por mostrar el terroir en sus vinos.

El elegido fue The Factor 2004, un Shiraz 100%. Decantado dos horas antes...Aún recuerdo el momento en que doblé el lomo para coger el decantador que había dejado en el suelo de la terraza, los aromas concentrados de ese vino entraron por mis fosas nasales dejándome atónito, y porque no decirlo, ¡¡alucionado!! No podía ser, al aire libre y sin acercarme apenas el decantador a la nariz ya había podido sentir toda esa potencia. Raudo y veloz me voy hacia el comedor para servir el vino en las copas compradas expresamente para la ocasión, unas Riedel Shiraz. Mientras voy sirviendo el vino va mostrando sus bazas, su color picota impenetrable va dejando rastro en la copa en cada vaivén, lágrima densa y bien marcada. Ahora llega el momento de acercarnos la copa a la "napia", qué momento, os aseguro que es la primera vez que mis narinas respiran tal concentración de aromas, en el comedor se hace un silencio que rápidamente se rompe con un UAAAAAAAAAAAAAAAALAAAAAAAAAA únanime, los ojos se nos salen de la órbita, qué nariz: Balsámicos en forma de eucalipto, fruta negra madura, olivada negra, confitura, toffe, regaliz, caja de puros, cuero, pimienta negra, mina de lápiz, tostados...Cada uno de estos aromas bien marcados y a su debido tiempo, como si de un desfile se tratara, menudo chorro de sensaciones, cada vez que movías la copa aparecía uno nuevo, qué disfrute, exuberante. Llegados a éste climax de aromas, nos quedaba el deleite final, arrimar la copa y echarle un buen trago. Toda esa potencia aromática se percibe en su totalidad en boca, envolvente, se puede masticar, estructurado, complejo, sabroso, explosión frutal en el retro, ahumados, trago larguisimo y con ligeros toques amargos que le dan al vino un final de traca, puro terroir, ¡salvaje! De lo mejor que he probado nunca, lástima su elevado precio, pero es de esos vinos que no os podéis perder, os lo aseguro.


Pasamos al tercer y último vino, un Barolo, Roberto Voerzio Cerequio 2000. Uno de los productores más representativos de la esencia de la tradición del Barolo y su modernización. Cerequio, terruño ubicado en su pueblo natal de La Morra, es uno de los seis pagos donde Roberto Voerzio elabora Barolos (Brunate, Cerequio, La Serra, Capalot, Sarmassa y Roche dell'Anunziata Torriglione). No cabe duda que la principal característica que encontramos en sus vinos es la verdadera esencia del terruño, y ésta ha sido uno de las principales motivos por lo que nos hemos decidido por éste vino. Decantado unas 3 horas, se muestra aún muy hermético, aromas a fruta roja y negra, especias, cueros y fondos ahumados, de momento poca cosa más podemos sacarle a éste morlaco. Le damos algo más de tiempo mientras preparamos el siguiente tentenpié. De vuelta a por el Barolo, notamos unos balsámicos bastante marcados acompañados de notas a regaliz. En boca es todo potencia, taninos elegantes pero aún por pulir, estructurado y de trago largo y persistente. Tenemos la sensación de no haber podido "entender" del todo éste vinazo, probablemente necesitara más aireado para poder apreciar toda su complejidad, que la tiene. Lo seguiremos intentando, tengo ganas de seguir conociendo estos vinos y la "joya" que los hace posibles, la Nebbiolo.

Para acompañar debidamente cada uno de estos vinos, fuimos incorporando una serie de quesos y ahumados, escogidos para la ocasión. Como una imagen vale más que mil palabras, aquí os dejo alguna muestra. No puedo terminar éste post sin antes agradecer a mi gran amigo y compañero de fatiga, Jordi Castelló, por TODO lo hecho por llevar a cabo esta gran cata y por mucho más...

Salut.

lunes, 3 de enero de 2011

Bodega Itsasmendi.


Como cada año por estas fechas navideñas, empaquetamos lo indispensable y enfilamos carretera dirección Galdakao (Vizcaya), pueblo ubicado dentro del valle del bajo Ibaizabal, en las faldas de la Sierra del Ganguren, bien comunicado y muy cercano a diversas bodegas txakolineras.
Mis primeros contactos con el Txakolí habían sido siempre para acompañar los típicos pintxos del Casco Viejo de Bilbao, y tengo que decir que terminaba el "poteo" con una buena dosis de acidez de estomago. Cómo imaginaba, Txakolí hay mucho y de diferentes calidades, y como suelo tomarlo sólo cuando voy al País Vasco, desconozco bastante todo lo referente a éste vino. Esto no podía quedar así, ganas tenía yo de tomar buen Txakolí, y que mejor manera de hacerlo que visitar y ver de primera mano cómo y dónde se elabora éste vino.
En términos generales podríamos describir el Txakolí como un vino ligero, fresco y con un punto de acidez. Con el paso del tiempo algunos bodegueros han empezado a evolucionar sobre éste planteamiento inicial, apostando por unos vinos con mayor carga frutal y aportando "aire nuevo" en la elaboración.
Una de estas bodegas que han modernizado y evolucionado la imagen del Txakolí es Bodegas Itsasmendi, ubicada actualmente en Gernika, nace en 1994 en Muskiz, junto a 1ha. de viñedo. A día de hoy ya cuenta con 30ha. de viñedo (es la bodega con más extensión de viñedo propio dentro de la denominación Bizkaiko Txakolina) disperso por la orografía de Vizcaya.

Elaboran tres vinos:


Txakolí Itsasmendi: Un vino joven hecho en su totalidad de la variedad Ondarrabi Zuri, nada que ver con lo probado anteriormente en mis tardes de "poteo", emana franqueza y elegancia por los cuatro costados, frutal (manzana verde) y floral en nariz, un paso en boca cítrico y con un toque de acidez final que le aporta una frescura sensacional.
Itsasmendi nº7: Madurado durante doce meses sobre sus porpias lías en el depósito que da nombre al vino, aportándole el mismo una mayor estructura y complejidad. Sólo se elabora en años especiales, siempre y cuando la calidad de la uva sea la apropiada para poder elaborar éste vino tan personal. En su coupage radica también parte de la personalidad de éste vino, una pequeña cantidad de Riesling acompaña a la autóctona Ondarrabi Zuri. Aritz, uno de los ocho socios de la bodega y el encargado de acompañarnos durante la visita, nos comenta mientras catamos éste vino que en edad joven son los aromas de la "Zuri" los que salen a la palestra, y que con unos años más encima la Riesling es la que toma las riendas, doy fe de ello. Descorchamos un 2009, una nariz con aromas cítricos y florales daba paso a un trago fresco y acompañado de una acidez bien compensada. Pero cuando abrimos un 2006, el vino era otro, la Riesling había evolucionado y nos aportaba esos aromas característicos de hidrocarburos, amielados y fruta madura, pero sin perder en ningún momento el carácter y el frescor típico del Txakolí, todo ello gracias a la "Zuri". Un paso en boca más complejo, largo y una acidez algo más punzante, lo hacen, a mi manera de ver, un vino mucho más estructurado y con más matices que el joven 2009. ¡Camaleónico!

Itsasmendi Vendimia Tardía: Éste ha sido el primer Txakolí de Vendimia Tardía del mercado, un vino dónde la uva Ondarrabi Zuri se ha dejado madurar más de lo habitual aportando una mayor concentración de azúcar.
Probamos también dos añadas, 2009, mucho mas fresco y con una carácter varietal más marcado y 2006, más evolucionado, se dejan entrever las notas aportadas por la acción de la botrytis, pegamento "imedio", piel de naranja, frutos secos...Una forma diferente de tomar Txakolí, ¡tenéis que probarlo!



Terminada la visita, nos dirigimos al Remenetxe, un restaurante que dista a 2 minutos de la bodega. Después de una cata de bandera, teníamos que continuar con con la buena línea, y sin duda alguna lo logramos.
Para empezar el Sumiller nos deja encima de la mesa la carta de vinos, que digo la carta, la enciclopedia "Larousse" de los vinos, empezamos bien. Nos decidimos por un Predicador 2005, que nos decantó posteriormente.

Estos fueron los platos elegidos:

Pudding de langostinos con salsa vinagreta
Alcahofas en su salsa con jamón
Solomillo a la trufa con salsa de oporto y nido de cigüeña y setas

y

Confit de pato con salsa de oporto

De postre, Jon Andoni, el Sumiller, me recomendó un vino dulce de Málaga, Ariyanas David Tinto Dulce 2009 de las Bodegas Bentomiz, 100% Merlot, intensos frutos del bosque, floral y dejes a regaliz, sabroso y largo, todo un caramelo y una forma muy dulce de terminar el día.